En mi familia nadie le da la razón a nadie. Nunca.
Y aunque vuelen un par de platos...
Y sufran un par de muebles...
Lo bueno es que ninguno le da nunca la razón a nadie
porque sabemos perfectamente que ninguno la tiene.
(Y obvio tampoco creo tener la razón en esto).
Bien visto. Lo malo es que esas certezas (la de que nadie tiene la razón) sólo pueden medrar en las familias porque afuera, siquiera de vez en cuando, hay que dar la ilusión contraria, la de que quien nos persuade tiene un poquito de razón so pena de que no nos soporte
ResponderEliminarEs cierto, somos un poco más diplomáticos afuera que en casa, y sí, hay que reconocer la razón en el otro, sea ilusoria o no, aunque cueste, es la única manera de crecer, y ser menos hermético. Por el momento me contenta decir que no tengo la razón nunca.
ResponderEliminarEn el cason de mi familia yo consulto a mi abuela, a quien intuyo que el alzheimer la ha imbuido con alguna especia de proceso mental superior a la razón... Cogito ergo lo que venga!
ResponderEliminarCada uno es su propio juez, o algo así.
ResponderEliminarMateo: Y dónde buscar la cura sino en las enfermedades? Me gustaría consultar con alguien así. Yo diría que es más que una intuición ya que tiene mucho sentido, si el alzheimer implica menos "rebusque" en la experiencia.
ResponderEliminarHelen: creo que no podemos ser jueces de nosotros mismos hasta donde lo permita, o lo embarre, nuestra propia autoestima, así que en realidad no podemos ser jueces de nada. Lo intentamos vanamente con el otro, y fracasamos, o creemos que fracasamos porque no vemos resultados inmediatos a nuestras "verdades". Se me ocurre que la inmediatez es el problema, porque el proceso es otra cosa.
ResponderEliminarLa razón, o la verdad, son tan relativas... Uno puede creer estar en poder de la verdad, pero puede estar muy alejado de la realidad.
ResponderEliminarAl menos, en tu micro, aunque vuelen los platos, nadie tiene la osadía de infravalorar las argumentaciones del otro, eso ya es un punto, aunque espero que sólo se dañen los enseres, y no las personas!
Este micro me suena ¿lo has presentado a algún concurso?
Un abrazo
Abrogarse el derecho de dar o no la razón, es de alguna manera poseerla o pensar que se la posee -que es lo mismo en términos modernos-....peroo eso no es sinónimo de absoluto....simplemente lo es de propiedad. No dan la razón...implica que podrían darla....ser juez es emitir juicios....y creérselos y saber que uno los emite....no es tanto, ni tan raro
ResponderEliminarun saludo
Hola Maite! Es como un círculo vicioso, porque nadie infravalora las opiniones del otro, como vos dijiste, sino todo lo contrario, ahí está la sutileza, el requisito sin el cual no hay discusión posible.
ResponderEliminarNo lo presente en ningún concurso ¿Habrá alguien por ahí que haya pensado lo mismo? Gracias por comentar, un saludo.
Helen, en un sentido estricto es exactamente como vos decís, somos jueces porque podemos emitir juicios, y éstos no son de ninguna manera absolutos, y a la vez, reconocemos esto mismo en los otros. Yo pienso en una etapa posterior de crisis, cuando nos damos cuenta de que nuestros diccionarios no son los mismos, que la palabra "juez" tiene para mí connotaciones distintas, pienso en sus implicaciones psicológicas, por ejemplo, y ahí empiezan a volar platos. Sostengo que nadie puede ser juez de sí mismo, ni de los demás, aunque tenemos la propiedad de juzgar. Pero acá sé que me estoy metiendo con la verdad, y no puedo decir que la verdad no existe, sin meterme en otro problema, no?
ResponderEliminarUn saludo