Mi abuela tenía el patio lleno de árboles frutales y de plantas: legumbres, aromáticas, ornamentales, suculentas. Pero cuando nos mudamos a dos cuadras de aquella casa solo se llevó dos rosales, un jazmín y una hortensia. Ella podía plantar la hortensia porque ya se había casado, eso nos decía. No sé si se llevó esas plantas o algunos gajos y los plantó, pero me arriesgo a decir que hizo lo segundo.
Mi tía regaló todas las plantas que tenía en maceta. Dijo que se cansó de regarlas. Las tenía en una galería techada y una o dos veces por semana ponía dos o tres cerca del único desagüe que tenía el ambiente, para regarlas sin ensuciar tanto. Se veía bastante agotador, porque tenía muchas macetas y eran pesadas. Antes de regalarlas sugirió que yo o mi hermana las regáramos por ella, pero ninguna de las dos pudo comprometerse con la tarea (regar y regalar son palabras bastante parecidas y casi casi escribo un trabalenguas).
Mi abuelo tenía una colección de discos de vinilo y un tocadiscos con los que escuchaba todos los días folklore, especialmente chamamé. Cantaba, tarareaba y disfrutaba mucho de la música. Un día un tipo en un carro esperó en la puerta de su casa hasta que mi abuelo le llevó todos sus discos y el tocadiscos. Nunca supimos por qué se deshizo de golpe de los discos que tanto quería y que nunca dejó de tararear.
Los párrafos precedentes estuvieron en esta plataforma en un borrador desde hace tal vez dos años. Hoy me vienen justo para decir algo que quería decir. Encuentro que muchas cosas que escribí en este blog, y que en su momento tenían sentido para la persona que yo era en ese momento, ya no lo tienen, y de a poco empecé a eliminar algunas (o a pasarlas a borrador) y también eliminé algunos párrafos. Algo parecido a cuando rompí en pedazos un diario que escribí de adolescente, pero fue/es una destrucción más de orfebre. Me alegré en parte de que no fuera tan sencillo dar con algunos posts viejos. En muchos de los posts que publiqué en este blog, la escritura está junto a la pregunta por el por qué de la escritura, el por qué publicar en el blog, el por qué del blog, como si no pudieran concebirse de otra manera, como si la escritura no pudiera ser otra cosa que metaescritura. Siempre hay algo de eso en la escritura, pero también puede ser más una insistencia. Es por eso que cuento acerca de la "destrucción" que está sufriendo el blog, ya que la destrucción también es un proceso creativo. Y el proceso siempre va acompañado de la pregunta por el proceso mismo.
En algunos posts la propuesta feminista de renovación del lenguaje se hizo presente, revelando cierto anacronismo del que adolecerían una inmensa cantidad de textos, no solamente los de este blog, los que probablemente en diez o veinte años deban ser actualizados, porque nos van a sonar como nos suenan a lxs que hablamos en rioplatense las traducciones españolas. El hecho de que ya me estén haciendo ruido revela un cambio profundo del que todavía no soy, no somxs, del todo conscientes. No me parece que sea una moda. Ponerse en modo purista y decir que al decir "todos" estamos hablando de todes no tiene sentido. El blog puede seguir existiendo, como tantos muchos textos cuya corrección no es posible (los ya impresos y re mil editados), revelando el desfasaje entre texto y autore, desfasaje que existe siempre en muchos niveles. Desfasaje que existe siempre cuando se escribe un texto porque los textos siempre tienen algo de "pasado", algo de muerte. Y sobre esto tengo mucho para contar, la próxima, aunque no cite a Blanchot ni a Barthes. Ni tampoco haya citado a Piglia en el primer párrafo.
Sobre la cuestión de la renovación del lenguaje me llama la atención (y tal vez a alguien más pero no lo sé) el hecho de que no se haya propuesto una renovación del paradigma verbal (o alguien lo hizo y no me enteré). Acá leyeron somxs y no somos. Tampoco nunca nos llamó la atención decir "nosotras somos" en lugar de decir "nosotras somas". Un lenguaje que contemple todas las identidades sería super complejo, pero vamos hacia el género neutro, más económico, no excluyentemente masculino, y tal vez esa entidad en algún momento se manifieste también en nuestrxs verbos.