Cuando
Adán mordió la manzana, Eva gritó de horror. Confundido, porque el
grito provenía tras de sí, volteó para ver a la Eva vestida que
corría hacia él, mientras la Eva desnuda e incitante que tenía
frente a sí desaparecía. La Eva asustada había visto a Adán
desnudo bajo el árbol y ahora lo veía avergonzado, tratando de
ocultarse. Fue la única vez que la sed les trajo el olor de un Oasis
cercano.
Llegaron a la conclusión de que la serpiente mordió
la manzana primero, cuando todavía no había sido condenada a
desplazarse arrastrándose por el piso.